La joven señala a su expareja, el doctor Armando Cigala Cervantes, como su agresor y exige protección para ella y sus hijos.
Con valentía y el dolor de quien ha sobrevivido a una violencia brutal, September Vélez alzó la voz públicamente para denunciar un intento de feminicidio del que fue víctima el pasado 15 de abril. Su agresor, asegura, es su expareja y padre de sus hijos: el doctor Armando Cigala Cervantes, un hombre con poder, contactos y privilegios que hoy mantiene a sus hijos bajo un secuestro ilegal, ignorando una orden judicial de custodia.
“Hoy alzo la voz porque estoy viva, pero pude no estarlo”, comienza el testimonio en video que September difundió en redes sociales. Su historia es la de muchas mujeres: conoció al doctor Cigala cuando tenía solo 17 años y él 46. A los 18, se casó con él, creyendo que era amor. En realidad, comenzó entonces una vida marcada por violencia psicológica, verbal, manipulación y misoginia sistemática.
September fue víctima de un vínculo desigual, donde el poder adulto y patriarcal se impuso sobre su juventud y vulnerabilidad. Como ocurre en muchos casos de violencia machista, el daño no terminó con la separación. Por el contrario, las agresiones continuaron incluso después del divorcio, incluyendo acoso, amenazas, persecución y, finalmente, el intento directo de asesinarla.
El 13 de abril, el agresor llegó a su domicilio supuestamente para ver a los niños. Tras una discusión, sacó un arma, le apuntó directamente a la cabeza y la amenazó de muerte. Dejó una bala como advertencia. El 15 de abril regresó, la insultó, la golpeó físicamente, y fue solo gracias a las cámaras de seguridad que se evitó una tragedia.
A pesar de haber denunciado ante el Ministerio Público y haber obtenido una medida de restricción, el agresor violó la orden de protección, enviando a un hombre a su casa la misma noche para intimidarla. La violencia no cesó: el pasado 16 de mayo, sustrajo ilegalmente a sus hijos, a pesar de que un juez del estado había otorgado a September la guarda y custodia legal.
Hoy, September teme por su vida y la de sus hijos. Pero no se queda callada. Su denuncia no solo busca justicia para ella, sino para todas las mujeres que han sido silenciadas, revictimizadas y desprotegidas por las instituciones.
“Estoy denunciando a un agresor con poder, con contactos, con muchos privilegios. Pero todo eso no puede estar por encima de la vida”, dice en su mensaje. Y agrega, con firmeza: “Si algo me pasa a mí o a mis hijos, hago responsable públicamente al doctor Armando Cigala Cervantes”.
Este caso no es aislado. Forma parte de una violencia estructural que normaliza la misoginia, protege a los agresores y pone en duda el testimonio de las mujeres, incluso cuando hay evidencia contundente. La historia de September es también un llamado urgente a las autoridades del estado de Puebla, al sistema judicial y a la sociedad entera: la vida de las mujeres no puede seguir dependiendo del azar ni del silencio.
September Vélez sobrevivió para contar su historia. Muchas no lo logran. Escucharla, creerle y protegerla no es solo un acto de justicia, es un deber social.